miércoles, 7 de octubre de 2015

Exposición de Goya en la National Gallery de Londres

La familia del Infante Don Luis (1784)
(https://es.wikipedia.org)
Te ofrezco en esta entrada una entrevista con el comisario de la mayor exposición de retratos del pintor, que hoy 7 de octubre de 2015 abre sus puertas en la National Gallery de Londres. Es la mayor exposición de retratos pintados por Francisco de Goya y Lucientes jamás vista. La exposición no se organiza en España, sino en la National Gallery de Londres, con numerosos préstamos españoles. Se exponen más de sesenta de los 150 que completó en sus 82 años de vida, Se trata del plato fuerte del otoño cultural londinense. 

Xavier Bray, nacido en Londres hace 43 años, de sangre vasco francesa y apasionamiento latino cuando habla de pintura, es el comisario de la exposición. Aquí se reproduce una entrevista con él.

  —Le ha dedicado usted diez años de su vida a esta exposición y llega ya a meta… 
—Sí. La idea empezó en 2000-2001, cuando hice una pequeña exposición sobre uno de los grandes cuadros de Goya, «La familia del Infante don Luis». Luego me fui a Bilbao [fue conservador jefe del Museo de Bellas Artes de 2000 a 2002] y me encontré con dos retratos más que tienen allí: Moratín, el famoso poeta, y Martín Zapater, su gran amigo. De repente se me ocurrió hacer la exposición de retratos. La presenté a la National Gallery en 2005 y no hemos parado desde entonces. Goya siempre estaba en mi mente. 
—Le confieso que como español me apena aunque no quiera que la mayor exposición hasta ahora de retratos de Goya no se haga en Zaragoza o en Madrid. 
Carlos III cazador (ha 1786)
(https://www.museodelprado.es)
—Es lo típico. A veces no aprecias lo que está dentro del museo de tu ciudad y le toca al que viene de fuera animar el interés. Dicho esto, el Prado tiene unos retratos increíbles y ya cuenta su historia, aunque sea sin convertirlos en una exposición. Con Goya tendemos a fijarnos más en su mitología, su imaginación, la brujería, la superstición… Temas que son muy modernos y nos fascinan. La gente se aleja un poco de los retratos, piensa que no van a dar tanto fruto. 
—¿En qué momento y cómo se aleja Goya de lo neoclásico? 
—Hmm, esos términos con Goya, «neoclásico»… Goya no es así. Como dice él: «Tengo tres maestros, Velázquez, Rembrandt y la naturaleza». Y es verdad. Se fija en la gente, su sonrisa, sus orejas; la luz. Sí tuvo un entrenamiento clásico, pero la Academia de San Fernando lo rechazó dos veces. Tuvo que irse a Italia él solo a estudiar. Encontró su camino él mismo. Lo que vemos en la exposición es un pintor desarrollando su estilo. La primera sala es todo casi muy crudo, muy directo y sin finura. Hay muchas cosas en los cuadros, mesas, relojes… Poco a poco refina todo eso, pero siempre es él mismo, que es lo que me encanta. Hay una caligrafía constante en su pincelada. 
—¿Se atreve a retratar la verdad de las personas al margen de su poder? ¿Taladra la psicología del retratado? 
—La psicología no es algo que él busque. Le viene de forma muy natural. Sí se percibe que quiere entender a la persona, tener una empatía con ella. Hay una sensación de amistad con el retratado. 
—Sin embargo, piensas en un cuadro como «La Familia de Carlos IV» y no parece que les estuviese haciendo precisamente ningún favor… 
—En ese momento tenemos la Revolución Francesa en el país vecino. A Luis XVI, el primo de Carlos IV, le han cortado la cabeza. Goya tiene que tener mucho cuidado con el tipo de realidad que comunica. Detrás de los retratos reales estaba Godoy, el presidente del Gobierno, que quería controlar la imagen y su orden era: «El Rey y la Reina tienen que ser humanos como nosotros». Goya se adapta perfectamente a eso. 
—¿Ha investigado usted qué tipo de relación mantenía con los retratados? 
—Ha sido difícil, pero sí. Se ve que cuando tiene interés en una persona, o siente fascinación, o lo quiere homenajear, como sucede con Meléndez Valdés, es una cara muy directa. Meléndez Valdés era un gran idealista y un gran reformador.  
—¿Era Goya un artista muy pendiente del dinero? 
Los duques de Osuna y sus hijos (1788)
(https://www.museodelprado.es)
—No era de clase baja. Su madre era hidalga y su padre dorador. No era una familia muy rica y el dinero le interesaba, era muy consciente de él. Compraba acciones en el banco, propiedades. En cuanto junta un poco de dinero se compra una carroza de tipo inglés muy exclusiva. Es verdad que en sus retratos no elige a gente de la calle y puede que los utilizase para entrar en círculos a los que un pintor no tenía acceso. Los Osuna, los Altamira, los directores del banco… eran gente fascinante intelectualmente, pero que también le daban mucha ayuda en su carrera. 
—¿Fue políticamente reservón? Visto de lejos parece un liberal que nunca acaba de mojarse, no vaya a ser… 
—Eso es muy interesante, sobre todo lo que rodea a la llegada de los franceses y su posterior derrota. Los franceses vienen con muchas ideas liberales, que Goya compartía. Muchos de sus amigos son afrancesados que entran en ese nuevo régimen y cuando vuelve Fernando VII tienen que exiliarse. Goya está muy preocupado, quiere mantener en todo momento su cargo de pintor de la corte y hace todo lo necesario para pasar la prueba de purificación y conservar su sueldo.
  —Hace «Los desastres de la guerra», pero también retratos de la corte de Pepe Botella… 
—Sí, de hecho los «Desastres» no se publican hasta después de su muerte y solo los vio gente de su círculo muy, muy íntimo. Goya siempre baila sobre un hilo muy fino cuando hace retratos, es muy equilibrado, sabe dónde están sus intereses. Al final de su vida, en 1824, decide acudir a Francia a tomar los baños ya para escapar. Está triste. Desilusionado por lo que ha pasado políticamente en España. Todos sus amigos están fuera. 
—¿Cómo le afectó la enfermedad de 1792-93 que lo deja sordo? 
—Acentúa su manera de grabar con sus ojos lo que ve y su curiosidad visual. Estoy casi seguro de que podía leer los labios y entender. Leía muchísimo, por eso escribe tan bien, algo que lo diferencia de muchos otros artistas que no sirven para nada. Sus cartas tienen mucho humor y elocuencia. 
Duquesa de Alba (1797)
(https://es.wikipedia.org)
—Un poco de salsa rosa: ¿Hubo meneo con la Duquesa de Alba? 
—Noo. Para nada. Tenía una amistad muy grande y ella le dejó entrar en su círculo, que era muy dedicado al arte y la cultura. Se sintió feliz de acceder a la increíble colección de pintura de ella, una mujer muy rica y una aristócrata, pero enormemente caprichosa y capaz de hacer lo que le daba la gana. Eso fascinó a Goya, porque él también había roto con el arte antiguo para encontrar su yo.  Sexual, nada. Pasión platónica en la amistad, sí. 

Cuadros de Madrid a Dallas pasando por Nueva York La exposición tendrá lugar del 7 de octubre al 10 de enero de 2016. Entrar costará 18 libras (25 euros). El Museo del Prado ha prestado diez de los cuadros y también figuran cesiones de coleccionistas y otros museos españoles. Por primera vez se verá en público el retrato de don Valentín Bellvís de Moncada, adquirido por el empresario Villar-Mir, según algunas publicaciones por nueve millones de euros. El último cuadro que pintó Goya, en 1827, con 81 años y a unos meses de morir, es un retrato de su querido único nieto, Mariano. La obra viaja cedida por el Meadows Museum de Dallas, que la adquirió en 2013 por ocho millones de dólares, cuando la puso en el mercado el armador griego George Embiricos. De la Hispanic Society de Nueva York llega el retrato que se ha elegido como cartel, el de la Duquesa de Alba con mantilla negra, que solo se ha prestado en contadas ocasiones. El tardío retrato del doctor Arrieta, de 1820, viaja desde Minneapolis.

(Tomado de http://www.abc.es Modificado por José I. Iglesia Puig sm el día 6 de Octubre de 2015)

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