sábado, 3 de mayo de 2014

Los fusilamientos del tres de Mayo (Francisco de Goya)

INTRODUCCIÓN
La Guerra de la Independencia transtorna a Goya profundamente y esto también lo vemos en su arte. Realizada en 1814, "Los fusilamientos del tres de Mayo" nos muestra el contraste entre los soldados franceses, sin piedad, sin rostro, masa de uniformes grises y negros, y el pueblo español que, aunque está siendo vilmente asesinado, encarna la lucha por la libertad y la justicia. Los gestos de estos españoles, sus posturas, sus miedos ante la situación, subrayan más su carácter heróico y su papel importante en la Guerra de la Independencia. 

LA HISTORIA
En 1814, una vez finalizada la Guerra de la Independencia, Goya pinta este lienzo por encargo de la Regencia. El pintor nos presenta la culminación del episodio ocurrido el día anterior, cuando los madrileños se sublevan contra las tropas francesas que ocupaban la capital; ahora vemos cuales son las consecuencias de aquella feroz resistencia. 

UNA COMPOSICIÓN DRAMÁTICA
El modo de componer la escena determina las características de los dos grupos protagonistas: por un lado los ejecutados, ofreciendo su cara al espectador y al grupo de los verdugos, rostros vulgares, atemorizados y desesperados, en toda una galería de retratos del miedo que Goya nos ofrece. Cada uno se recoge en una postura diferente, según sea su actitud ante la muerte: está el que se tapa el rostro porque no puede soportarlo o el que abre sus brazos en cruz ofreciendo su pecho a las balas. Este personaje, en concreto, es un elemento terriblemente dramático, puesto que mira directamente a los soldados y su camisa blanca atrae el foco de luz de la lámpara que se sitúa a su lado, como una llamada de atención a la muerte que se acerca. A sus pies, los cuerpos de los ajusticiados anteriormente caen en desorden. Detrás, los otros sentenciados aguardan su turno para ser fusilados. 
El otro grupo, paralelo al anterior, lo conforman los soldados franceses que van a ejecutar a los patriotas. Los soldados están de espaldas al espectador, que no puede ver sus rostros, puesto que no tienen importancia: son verdugos anónimos, ejecutando una orden, como una auténtica máquina de matar. 

UN CUADRO EN UN LUGAR CONCRETO
Todos los personajes se encuentran en un exterior nocturno, indefinido, pero que históricamente se sabe fue la montaña de Príncipe Pío, donde según las crónicas se pasó por las armas a los sublevados de la jornada anterior. 

UNA PINCELADA Y UNOS ROSTROS
La pincelada empleada por el maestro es absolutamente suelta, independiente del dibujo, lo que facilita la creación de una atmósfera tétrica a través de las luces, los colores y los humos. Los rostros gozan de tremenda expresividad, anticipándose Goya al Expresionismo que caracteriza una etapa pictórica del siglo XX. 

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