martes, 27 de mayo de 2014

El griego de Toledo (1ª parte)

La Reina de España ha inaugurado hace unas semanas la primera exposición del Greco en Toledo que celebra el cuarto centenario de su muerte. La persona que ha restaurado más cuadros del artista nos cuenta los detalles de esta ocasión "excepcional". La cadena de radio COPE ha sido la primera en entrar a la exposición.    



En total en la exposición puedes ver cerca de un centenar de cuadros del Greco, llegados de una decena de países. "Es una ocasión única y excepcional y será difícil reunir tantas obras y tan buenas que han venido de todas partes del mundo”, explica Rafael Alonso, que ha restaurado casi 90 obras de este artista entre ellas ‘El Expolio’ o ‘El Caballero de la mano en el pecho’. 

(www.clm24.es)
El restaurador considera "única" la exposición 'El griego de Toledo', que estará abierta hasta el 14 de junio en el Museo de Santa Cruz y en otros cinco edificios de la ciudad. “Son cuadros que se exponen por primera vez juntos en Toledo. Vamos a poder comparar obras de épocas distintas y cuadros que formaban parte de un conjunto y que ahora están dispersas. Además están presentadas en un espacio amplio con un diseño fantástico, muy bien iluminadas y limpias, como nunca se han visto los cuadros de El Greco”, advierte el restaurador del Museo del Prado. 
Alonso es una de las personas que mejor conoce al artista griego de finales del Renacimiento. “Tenía carácter para defenderse", advierte. "Defiende que el arte es creación del espíritu por lo que debería de estar libre de los impuestos que pagaban los gremios. En Italia, de donde venía, era algo que ya tenían asumido". 

La exposición 'El griego de Toledo' estará abierta hasta el 14 de junio en el Museo de Santa Cruz y en otros cinco edificios de la ciudad: la sacristía de la Catedral, la iglesia y la sacristía del Hospital Tavera, la iglesia de Santo Tomé, el convento de Santo Domingo el Antiguo y la capilla de San José.

miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Una versión anterior de "Las Meninas"?

Las Meninas de Kingston Lacy
(www.hoyesarte.com)
UNA PINTURA 
La polémica está servida. 'Las Meninas', el cuadro pintado por Velázquez en 1656 y conservado en el Museo del Prado– podría tener una versión anterior realizada por el propio Velázquez como modelo preparatorio. La pintura pertenece a la colección de la mansión Kingston Lacy de Dorset (Reino Unido) y participó en la exposición del Prado 'Velázquez y la familia de Felipe IV', en el mes de octubre del año 2013. 

El profesor Matías Díaz Padrón ha dedicado más de 20 años al estudio de este cuadro y esta es su conclusión. 

UNA POLÉMICA ATRIBUCIÓN 
La existencia de la obra en cuestión, una tercera parte menores que la del Museo del Prado, se conoce desde hace siglos. Sin embargo desde el siglo XIX se creía que su autor era Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez. Esta propuesta era reforzada por algunos especialistas en la obra del pintor sevillano. 
Las Meninas de Kingston Lacy (izquierda)
y de El Prado (derecha)
(www.hoyesarte.com)
Díaz Padrón apoya su tesis en los testimonios que aparecen en documentos de los siglos XVII, XVIII y principios del XIX. En estos documentos, académicos y expertos como el famoso pintor Goya y Jovellanos —figura de la Ilustración— aseguran por escrito que la obra pertenece a Velázquez. “Supongo que nadie dudará que Goya supiera distinguir un boceto de una obra definitiva. Las Meninas que hoy están en Kingston Lacy son de la mano de Velázquez y son las primeras”, asegura Díaz Padrón. 

SIN RESPUESTA
Las Meninas de Kingston Lacy (izquierda)
y de El Prado (derecha)
(www.hoyesarte.com)
Por el momento, la comunidad científica guarda silencio sobre este tema hasta conocer todos los detalles de la investigación, de la que solo se ha conocido un avance parcial. Nadie afirma ni niega —por el momento— esta nueva teoría de Matías Padrón. Este historiador es ex-conservador del Museo del Prado y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Además es el autor de más de 45 monografías, 500 artículos científicos y 400 atribuciones de pinturas de los siglos XVII y XVIII, ninguna de ellas rechazada a posteriori por la comunidad de especialistas internacionales. 
Fue Díaz Padrón quien, en el Congreso Internacional de Historia del Arte de 2003, defendió por primera vez que Velázquez es el autor de Las Meninas de Kingston Lacy. 

(Versión tomada de www.hoyesarte y modificada el día 21 de mayo de 2014 por José I. Iglesia Puig sm, autor de este blog)

En el vídeo que te ofrezco a continuación, tienes una parte de este texto que acabas de leer, comentado con fotografías e imágenes. Te recomiendo su visión.

viernes, 9 de mayo de 2014

El entierro del Conde de Orgaz (El Greco)

EL ENTIERRO DEL SEÑOR DE ORGAZ
A los diez años de llegar a Toledo El Greco goza ya de una importante fama en la ciudad. La Iglesia le ha escogido como su pintor y le encarga muchas de las obras que se realizan en aquellos años en la ciudad. Así surge la obra maestra de El Greco: el Entierro del señor de Orgaz. La escena fue realizada para la iglesia de Santo Tomé -de la que el pintor era parroquiano - por encargo del párroco.

El protagonista del cuadro es el señor de Orgaz. Cuando murió don Gonzalo en el año 1323 pidió ser enterrado en su parroquia, la de Santo Tomé. En el momento de enterrar su cuerpo en la fosa, aparecieron milagrosamente San Esteban y San Agustín para depositarle, siendo éste el momento elegido por el pintor.

La obra se divide claramente en dos partes. La zona inferior es la tierra. El entierro, trasladado al siglo XVI, es contemplado por muchos nobles toledanos contemporáneos de El Greco. En el primer plano el milagro, con la figura de don Gonzalo en el momento de ser depositado por los dos santos: San Agustín -vestido de obispo- que le agarra por los hombros y San Esteban -como diácono- que le sujeta por los pies. Junto a ellos un niño vestido de negro. Se supone que es Jorge Manuel, el hijo de El Greco. A la derecha hay tres sacerdotes. A la izquierda hay dos figuras con hábitos religiosos.
Tras estas figuras se encuentran los nobles toledanos que asisten al milagro. Algunos han sido identificados. Están vestidos con trajes negros y adornos en el cuello de color blanco. Sus manos indican el escaso movimiento de la escena y refuerzan la expresividad de sus rostros, en los que El Greco capta diferentes estados de ánimo.

Esta zona inferior se circunscribe claramente en un rectángulo. Las figuras son manieristas: cabeza pequeña y resto del cuerpo alargado. También, en algunas de ellas, observamos la postura o maniera típica del manierismo, por ejemplo en San Agustín o en el mismo don Gonzalo que están enterrando.
En esta parte inferior dominan tres colores: blanco, negro y dorado. Curiosamente el dorado resalta la luminosidad del blanco y la oscuridad del negro. Los detalles de las vestimentas muestran la elevada calidad de la pintura de El Greco.

La zona superior se considera el cielo o la zona de Gloria, hacia donde se dirige el alma de don Gonzalo. Se organiza como un rombo que subraya el movimiento hacia arriba. Arriba del todo está Cristo que corona la composición. Viste de blanco -símbolo de pureza- y está sentado. A su derecha vemos a la Virgen, vestida con sus colores tradicionales, azul y rojo, que simbolizan la eternidad y el sufrimiento, respectivamente. Frente a María se sitúa una figura semidesnuda: es San Juan Bautista. San Juan Bautista y la Virgen son los medios de intercesión y salvación ante Dios. De esta manera se representa una Deesis, muy habitual en el arte bizantino. En el cielo encontramos también otros santos y ángeles. Podemos destacar a San Pedro, a la izquierda, pues lleva las llaves que son su signo.

Todas estas figuras del cielo también son de cabeza pequeña y cuerpo alargado. Además las figuras de la zona superior tienen mayor movimiento que las de abajo. Los colores son mucho más variados que en la parte inferior: el amarillo, el verde o el naranja, el azul, el rojo y el blanco.

Entre ambas zonas existen numerosos nexos de unión que hacen que la obra no esté formada por dos partes aisladas entre sí. El primero viene determinado por la luz, ya que el episodio se desarrolla en un interior y la única luz existente procede de la parte superior.

sábado, 3 de mayo de 2014

Los fusilamientos del tres de Mayo (Francisco de Goya)

INTRODUCCIÓN
La Guerra de la Independencia transtorna a Goya profundamente y esto también lo vemos en su arte. Realizada en 1814, "Los fusilamientos del tres de Mayo" nos muestra el contraste entre los soldados franceses, sin piedad, sin rostro, masa de uniformes grises y negros, y el pueblo español que, aunque está siendo vilmente asesinado, encarna la lucha por la libertad y la justicia. Los gestos de estos españoles, sus posturas, sus miedos ante la situación, subrayan más su carácter heróico y su papel importante en la Guerra de la Independencia. 

LA HISTORIA
En 1814, una vez finalizada la Guerra de la Independencia, Goya pinta este lienzo por encargo de la Regencia. El pintor nos presenta la culminación del episodio ocurrido el día anterior, cuando los madrileños se sublevan contra las tropas francesas que ocupaban la capital; ahora vemos cuales son las consecuencias de aquella feroz resistencia. 

UNA COMPOSICIÓN DRAMÁTICA
El modo de componer la escena determina las características de los dos grupos protagonistas: por un lado los ejecutados, ofreciendo su cara al espectador y al grupo de los verdugos, rostros vulgares, atemorizados y desesperados, en toda una galería de retratos del miedo que Goya nos ofrece. Cada uno se recoge en una postura diferente, según sea su actitud ante la muerte: está el que se tapa el rostro porque no puede soportarlo o el que abre sus brazos en cruz ofreciendo su pecho a las balas. Este personaje, en concreto, es un elemento terriblemente dramático, puesto que mira directamente a los soldados y su camisa blanca atrae el foco de luz de la lámpara que se sitúa a su lado, como una llamada de atención a la muerte que se acerca. A sus pies, los cuerpos de los ajusticiados anteriormente caen en desorden. Detrás, los otros sentenciados aguardan su turno para ser fusilados. 
El otro grupo, paralelo al anterior, lo conforman los soldados franceses que van a ejecutar a los patriotas. Los soldados están de espaldas al espectador, que no puede ver sus rostros, puesto que no tienen importancia: son verdugos anónimos, ejecutando una orden, como una auténtica máquina de matar. 

UN CUADRO EN UN LUGAR CONCRETO
Todos los personajes se encuentran en un exterior nocturno, indefinido, pero que históricamente se sabe fue la montaña de Príncipe Pío, donde según las crónicas se pasó por las armas a los sublevados de la jornada anterior. 

UNA PINCELADA Y UNOS ROSTROS
La pincelada empleada por el maestro es absolutamente suelta, independiente del dibujo, lo que facilita la creación de una atmósfera tétrica a través de las luces, los colores y los humos. Los rostros gozan de tremenda expresividad, anticipándose Goya al Expresionismo que caracteriza una etapa pictórica del siglo XX. 

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